En mi mundo de inocencia
Más allá de la frontera del silencio
Donde no existe el odio
Ni el rencor ni el resentimiento
Las aves al unísono y el viento
Entonan su hermoso concierto
Una suave melodía
De un soplo de aliento.
No existe el odio
El dolor ni tiranía
Ya que el viento se ha llevado
La ultima agonía
Las ondinas danzan
En un mar de sentimientos
Su admirable belleza
De fragilidad y pureza.
Silfos y elfos
Observan a la luna
Buscando en ella si existe
Novedad alguna
Las salamandras juegan
Iluminando la noche
Son la esencia del fuego vivo
El calor de su abrigo.
Y ahí un charco, un espejo
Dos mundos paralelos
Aquel donde observo cada día
En busca de mi reflejo.
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